Hay algo que falla en todo esto, algo que no me cuadra, y es que los consumidores seguimos siendo “marquistas”, tanto o más que antes: Apple para un ordenador, Nike para unas zapatillas, Levi’s para unos pantalones, Coca-Cola para refrescarnos y Durex para el sexo. Las pruebas: en la calles y en las habitaciones.
Quizá, y sólo quizá, lo que pasa ahora es que, como en el mundo de la información, hay un problema de sobreabundancia: sobreabundan productos y servicios basura, tantos como publicidad basura.
Los consumidores seguimos deseando lo presuntamente mejor. Y sí, seguimos siendo fieles a las marcas, a determinadas marcas (yo, por ejemplo, hago esfuerzos económicos por serle fiel a Apple). Al menos eso es lo que procesa mi cerebro cuando me paseo por ahí. ¿Ven lo mismo los ejecutivos de marketing y publicidad desde sus despachos?
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