jueves, 9 de septiembre de 2010
NOS HACE MAS TONTOS EL INTERNET?
Por Alvaro Rattinger
email alvaro@merca20.com twitter @varu28
Desde hace semanas este tema no ha dejado de estar presente en mi mente, en gran medida inspirado por textos de Nicholas Carr y Jaron Lanier. Nos hemos convertido en seres más inteligentes gracias a Internet, la respuesta parecería a simple vista positiva, sabemos más y en definitiva hacemos un mayor número de tareas al día. La pregunta sería ¿por qué nos acordamos de menos detalles? parece que internet nos hace tan fácil la vida que todos hemos decidido dejar de esforzarnos por memorizar un teléfono, el nombre de un libro o la dirección de nuestro restaurante favorito.
A partir de la tecnología podemos acceder a la información de manera inmediata, no es indispensable recordar mucho, Google lo hace por nosotros. En mercadotecnia esta tendencia parece muy útil a primera vista, si los consumidores están acostumbrados a buscar desde un restaurante hasta la forma correcta de escribir una palabra parecería que lo único que tenemos que hacer es estar presentes en los buscadores en el momento correcto.
La disponibilidad de información tiene consecuencias importantes en el comportamiento del consumidor, nos hace mucho menos pacientes, y si la marca no está en el GPS, Foursquare o en Google con tranquilidad nos cambiarán por la opción que esté disponible. Somos consumidores de satisfacción inmediata, irreverentes y con demandas similares a las de un plagiario, si somos honestos las marcas y productos tienen pocas probabilidades de satisfacernos.
Una consecuencia que parece ser obvia es la forma en la que leemos (o no leemos) en la actualidad. Este asunto parece ser el que más problema causa para Nicholas Carr en el libro The Shallows: What the Internet is doing to our brain. El autor dedica gran parte de sus páginas a describir cómo el leer un libro se hace mucho más difícil para los que pasan largas horas en internet. La consecuencia de consumir textos cortos llenos de linos a otras páginas es que rara vez acabamos de leer un texto cuando ya hemos saltado a una referencia, ser distraídos por una notificación de Facebook o al salir por completo del navegador para atender un e-mail. Leemos de una forma mucho menos profunda y con un menor nivel de meditación.
El problema central está en que internet crea un nuevo tipo de inteligencia con menor dependencia en la memoria, con mayor énfasis en la velocidad y la capacidad de procesar mensajes de 140 caracteres. ¿Qué pasaría si en la actualidad el consumidor se detuviera a meditar y hacer conciencia de cada twitter que recibe? El resultado sería desastroso, el consumidor parece esperar respuesta inmediata y está dispuesto a sacrificar precisión a cambio. El nuevo formato de interacción con los usuarios finales de productos y servicios consiste en la suma de micro contactos de la marca en un sin número de medios, ya sea en un anuncio exterior, la TV vía un product placement o un tweet.
El acceso a internet ha creado una nueva forma de inteligencia que no nos hace más tontos, simplemente nos hace diferentes. Las consecuencias de esta nueva generación apenas se presentan, no hay duda que tendrá repercusiones importantes en la forma en la que comunicamos nuestros mensajes publicitarios. Es responsabilidad de los mercadólogos tratar de entender las tendencias que afectan a los consumidores para así proponer cursos efectivos para llegar a ellos. Los efectos de toda esta tecnología se sentirán, la pregunta es: ¿Estamos listos para recibirlos?
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